BUENA SUERTE, MALA SUERTE
Había una vez un anciano granjero que tenía una yegua. Un día, la yegua saltó la verja y salió corriendo. Sus vecinos le dijeron: “Ahora ya no tienes caballo que te sirva de arriero en la época de siembra. ¡Qué mala suerte!”.
-Buena suerte, mala suerte –contestó el granjero-. ¿Quién sabe?
La semana siguiente, la yegua regresó acompañada de dos sementales: “Ahora, con tres caballos, eres rico” le dijeron sus vecinos. “¡Qué suerte tienes!”.
-Buena suerte, mala suerte –contestó el granjero-. ¿Quién sabe?
Aquella tarde, el hijo único del granjero intentó domar a uno de los sementales, pero éste le tiró al suelo y le rompió la pierna: “Ahora ya no tienes a nadie que te ayude en la plantación”, le dijeron los vecinos. ¡Qué mala suerte!”.
-Buena suerte, mala suerte –contestó el granjero-. ¿Quién sabe?
Al día siguiente, los soldados del emperador pasaron por aquella ciudad alistando a todos los varones primogénitos de cada familia, pero dejaron al hijo del granjero por su pierna rota: “Tu hijo es el único primogénito en la provincia que no ha sido separado de su familia, le dijeron los vecinos. “¡Qué suerte tienes…!”.
lunes, 2 de febrero de 2009
UN LUNES, UN CUENTO (14)
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