viernes, 18 de junio de 2010

SARAMAGO

«Llevamos siglos preguntándonos los unos a los otros para qué sirve la literatura y el hecho de que no exista respuesta no desanimará a los futuros preguntadores. No hay respuesta posible. O las hay infinitas: la literatura sirve para entrar en una librería y sentarse en casa, por ejemplo. O para ayudar a pensar. O para nada. ¿Por qué ese sentido utilitario de las cosas? Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada. Un tenedor tiene una función. La literatura no tiene una función. Aunque pueda consolar a una persona. Aunque te pueda hacer reír. Para empeorar la literatura basta con que se deje de respetar el idioma. Por ahí se empieza y por ahí se acaba.»
(J.SARAMAGO)

De todas los pensamientos de Saramago me quedo con este. No hace mucho un alumno de 1º Bachillerato (científico-tecnológico) se preguntaba esto mismo... Espero no encontrar respuestas y seguir disfrutando de genios como él.

martes, 1 de junio de 2010

EMILIA PARDO BAZÁN

La situación de Emilia Pardo Bazán es muy diferente a la de Rosalía. Para empezar, Rosalía es una mujer de procedencia humilde y problemática debido a ser hija de un cura, con los conflictos y secretismo traumático que puede suponer eso. En cambio la condesa de Pardo Bazán proviene de una familia acomodada y se encuentra en el ambiente propicio para desarrollar su labor como escritora debido al apoyo incondicional de su padre que se preocupa por su educación e inclulca a su hija la afición por la lectura desde muy pequeña.

Tenemos testimonio de este carácter liberal de José Pardo Bazán cuando le dice a su hija cosas como la siguiente: "Mira, hija mía, los hombres somos unos egoístas, y si te dicen alguna vez que hay cosas que pueden hacer los hombres y las mujeres no, di que es mentira, porque no puede haber dos morales para los dos sexos".

Emilia Pardo Bazán cultiva todos los géneros literarios y en todos observamos esa denuncia contra la falta de derechos de la mujer. La escritora refleja un feminismo en el que culpa del hecho de la desigualdad entre géneros a la falta de educación de las mujeres. En un trabajo de la autora titulado "La educación del hombre y de la mujer" dice cosas como: "Desgraciadamente en España, la disposición que autoriza a la mujer para recibir igual enseñanza que el varón... es letra muerta en las costumbres... Las que permiten a la mujer estudiar una carrera y no ejercerla son leyes inicuas".
Y, además añade:
"Y si en un lema pretendiese encarnar mi idieal, sería en el lema a que se debió en tanta parte el descubrimiento de América; el lema que señaló la mayor época de prosperidad y florecimiento de España: el lema que recuerda la inervención gloriosísima de la mujer en los más altos destinos de la humanidad y en los más arduos problemas de la ciencia y de la política: el lema de la gran Isabel: "Tanto monta".

Lo expresa tanto en su obra de ficción como en sus ensayos y artículos periodísticos. Recogemos otra cita:"Hemos convenido en que las señoritas no sirven para cosa alguna. Quédense en la casa paterna, criando moho, y erigidas en convento de monjas sin vocación"

Aunque de procedencia noble, no por ello dejó de tener problemas para autoafirmarse en su condición de ser escritora y mujer. Se encontró, por supuesto con el rechazo de sus contemporáneos:

Marcelino Menéndez y Pelayo: A doña Emilia no hay que tomarla por lo serio en este punto ni en muchos otros. Tiene ingenio, cultura y sobre todo singulares condiciones de estilo, pero, como toda mujer, tiene una naturaleza receptiva y se enamora de todo lo que hace ruido...

Lo dice porque aunque su aspecto físico no es muy agradecido y era regordeta, tenía un don de gentes que conquistaba a todo aquel que se le acercaba.

Y a pesar de su preparación se le negó varias veces formar parte de la RAE por su condición de mujer, exactamente el asiento 37. Hubo muchas justificaciones pero una de ellas fue que estaba tan gruesa que los asientos no estaban preparados para las caderas de una mujer. Otra fue, que si entraba una mujer los académicos no podrían contar chistes verdes.

Juan Valera se atrevió a decir que la mujer no podía ser académica de número porque sería identificarla al hombre y se produciría algo antinatural. Valera pensaba que era peligroso juntar en una misma sala académicos de ambos sexos porque abandonarían su tarea como tales para abordar otros que nada tienen que ver con su cargo.

Después de ser grandes enemigos, al final de sus días, cuando Juan Valera quedó ciego, era Emilia quien iba a leerle a su casa. ¡Paradojas de la vida!