domingo, 8 de febrero de 2009

UN LUNES, UN CUENTO (15)


LAS LEYES DE LA HOSPITALIDAD

En algunos casos, incluso cuando todas las formas del deber y de las conveniencias parecen respetarse, se pierde la noción de mesura. Entonces el comportamiento llega a extremos que quizá no sean aconsejables.
Una historia india, a menudo contada de diversas formas, presenta a un pajarero, un hábil trampero. Capturaba pájaros vivos y los vendía en el mercado.
Un día entre sus presas se encontraba una paloma a la que llevaba en una jaula de bambú. Cuando estaba atravesando un espeso bosque para regresar a su morada, una tormenta inhabitual sacudió la tierra. Caminar se hacía imposible. El hombre tuvo que buscar cobijo bajo un árbol enorme. Se apoyó contra el árbol (al que pidió protección) y dejó en el suelo, a su lado, la jaula que encerraba a la paloma y otra jaula donde otros pájaros se debatían.
Resultó que aquel árbol era la vivienda de la paloma, de su presa, que allí vivía con su macho. Éste, que se había escondido de la tormenta en las cavidades del tronco, oyó las quejas de su compañera. Salió temeroso y la vio prisionera en su jaula, debajo de él.
Los dos palomos entablaron conversación en su lengua, que el hombre no podía comprender a pesar de ser un habitual de los bosques. Y los otros pájaros le gritaron al palomo:
-Tiene hambre –dijo la paloma a su compañero.
-Sí, tiene hambre –contestó el macho-. Es nuestro huésped. Tenemos que alimentarlo.
-Tienes razón -le dijo la hembra-. Tenemos que alimentarlo. Es necesario.
Ambos se entendieron. Con lo tarde que era no tenía sentido buscar en el bosque algún alimento para el trampero. Todo estaba oscuro y parecía hostil. El palomo cerró las alas y se dejó caer en medio de las llamas que tenía debajo, ante la sorprendida mirada del cazador. En un instante se quemaron sus plumas, su piel se asó, su vida se perdió.
El trampero, que comprendía el sentido de aquel gesto a la perfección, se emocionó hasta el punto de echarse a llorar. Abrió la puerta de la jaula y liberó a la hembra, mientras le pedía perdón, a ella y a los otros pájaros.
Pero la hembra, en lugar de perderse en el bosque, se unió a su esposo en las llamas y ardió con él.

CARRIÈRE, J.C., El círculo de los mentirosos. Cuentos filosóficos del mundo entero, LUMEN, Barcelona, 2001.

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