Había pensado detenerme en varias mujeres destacadas en el ámbito
de la ciencia, mujeres emprendedoras y con una carrera profesional brillante,
son muchas aunque no siempre las vemos.
Mujeres como María Blasco (1965), doctorada en Bioquímica y
Biología Molecular con trabajos (más de 200 artículos), becas y premios que
reconocen su labor en el campo de la oncología.
Mujeres como María Garaña (1970) abogada de profesión es
considerada una de las mujeres más influyentes del ámbito tecnológico siendo
directora gerente de Servicios Profesionales para la región Europa, Oriente
Medio y África de Google, después de siete años en Microsoft España.
Mujeres como Remedios Zafra (1973), profesora de Arte, Estudios
Visuales, Estudios de Género y Cultura Digital en Sevilla, cuyo último premio
de Ensayo le ha sido concedido por “El entusiasmo. Precariedad y trabajo
creativo en la era digital”.
Mujeres como Carmina Virgili (1927-2014), geóloga, gestora
científica y política española (secretaria de Estado de Universidades e
Investigación).
Mujeres como Soledad Muruaga, presidenta y cofundadora de la
Asociación de Mujeres para la Salud, también cofundadora y directora del
Espacio de Salud Entre Nosotras, un centro pionero en España con la perspectiva
de género en el tratamiento psicológico de las mujeres.
Mujeres, grandes mujeres incansables, cada una en su campo
profesional, cada una mostrando rigor y vocación en su trabajo.
Pero he decidido quedarme con Jane Goodall (1934), primatóloga,
etóloga, antropóloga y mensajera de la paz de la ONU inglesa. Considerada la
mayor experta en chimpancés y con una labor en torno al medio ambiente
entrañable. Entre sus muchísimas condecoraciones en el 2003 recibe el Premio
Príncipe de Asturias por Logros Científicos y Técnicas.
Este Premio cuenta con que cada galardonado/-a ha de impartir una
conferencia, charla, taller en el momento de recibir dicho premio (ellos/-as)
eligen espacio y auditorio. Pues bien, Jane Goodall se fue a un colegio para
divulgar la ciencia, para crear conciencia.
Tal huella dejó, que le preguntabas a las niñas qué querían ser de
mayores y por mucho tiempo decían que primatóloga.
Que dejen de querer ser princesas y quieran ser primatólogas es un
paso importante, porque seguramente es la primera vez que vieron a una (yo no
conozco personalmente a ninguna). Y, estoy segura, completamente segura que de
esa generación de niñas en quince o veinte años, conoceremos a alguna.
Pero antes de eso, en la presentación descubriréis la anécdota de
cuando ella era pequeña. Así que familia, educación y divulgación para mí son
claves en todo este proceso.
Para saber más:
Página web de la organización
no gubernamental y sin ánimo de lucro, de ámbito estatal,
integrada por investigadoras y
tecnólogas de variadas
disciplinas que desarrollan su labor investigadora, tecnológica, o de gestión
de la ciencia en organismos y centros de investigación españoles públicos y
privados.
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