domingo, 15 de abril de 2018

COMENTARIO "LA CHABOLA"




El cuento “La chabola” pertenece al libro Cuentos sin geografía y otras narraciones escrito por Pedro Lezcano quien nació en Madrid en 1920.
A principios del siglo XX una crisis generalizada afecta España debido a la decadencia política y los problemas sociales.
El siglo XX representa en Canarias la culminación literaria, supone madurez ente el lenguaje y la realidad que aborda.
Triunfa la poesía, la narrativa, la prosa periodística y el ensayo: primero surge el Modernismo, luego las vanguardias en los años 20 y ambos movimientos conviven.
Tomás Morales y Alonso Quesada son los representantes del Modernismo insular que alcanza su madurez en 1908. Hacia los años 20 empiezan a sentirse en Canarias las ideas renovadoras de las vanguardias europeas y surgen revistas renovadoras que dan a conocer lo canario en el exterior a la vez que introducen lo novedoso producido en otros lugares. En ellas escriben los mejores representantes de las vanguardias canarias como Pedro García Cabrera. Además de otros vinculados a la generación del 27 como Josefina de la Torre.
Con la Guerra Civil se trunca el proceso vanguardista y hay un giro en la literatura. Juan Manuel Trujillo funda revistas en las que se dan a conocer poetas como Agustín Millares Sall y Pedro Lezcano, entre otros. La poesía de entonces se debate entre el realismo social y las variaciones existenciales y metafísicas.
Uno de los hitos más importantes de esta época es la publicación de Antología Cercada en la que participaron escritores como Millares Sall, Pedro Lezcano, Ventura Doreste que inician de algún modo una poesía marcada por el compromiso social.
Agustín Millares Sall es quien escribe una poesía más abiertamente comprometida en lo social, padre en este sentido de varias generaciones.
Pedro Lezcano, que además de poeta es narrador y dramaturgo ha desarrollado una poética que pasa por lo metafísico y por la poesía comprometida.
Un grupo de escritores en torno a los años 50, intenta una tímida renovación del lenguaje, unos a través de la tradición literaria insular y otros a través de un lenguaje muy depurado.
Los años 60 representan un auge espectacular de la cultura en poesía. Suplementos culturales de la prensa contribuyeron a crear un clima favorable para la creación literaria. La novela tendrá que esperar hasta los años setenta para despegar, aunque se conocen algunas novelas como Fetasa de Isaac de Vega o Mararía de Rafael Arozarena.
Aunque Pedro Lezcano nació en Madrid, su vida pronto estuvo vinculada a las islas, concretamente a la de Gran Canaria pues se trasladó allí a los nueve años.
Desde su adolescencia se relaciona con otros poetas con los que luego compartirá estilo y tendencias, como Agustín Millares Sall y Ventura Doreste. Consolidó una formación universitaria que contribuyó a su dominio de la escritura.
Como sus contemporáneos, las revistas le servirán de vehículo para sus producciones en su época de estudiante de bachillerato y universitario.
En su trayectoria literaria podemos distinguir dos etapas, la primera llega hasta 1946 y en ella publica en revistas tanto canarias “Spes” como peninsulares “Garcilaso” y “La Estafeta Literaria” (Madrid)… en las que consolida su voz poética y adquiere cierta fama.
En esta época escribió obras como Cinco poemas, Desconfianza, bajo el influjo de poetas como Garcilaso, Lorca y Miguel Hernández.
La segunda etapa es a partir de 1947, en ella creó su propia imprenta y nos encontramos a un Lezcano a caballo entre el teatro, una de sus grandes pasiones, su colaboración en diferentes suplementos literarios insulares y su dedicación progresiva a la política siempre como militante de izquierdas.
Creó el Teatro Insular de Cámara de la que fue actor y con la que representó a autores clásicos y modernos, españoles y extranjeros, fue siempre fiel a una doble posición ante la vida y ante su obra: en él se combina lo humano real y lo trascendente, lo culto con lo popular, el misterio y la luz del mundo. Su vertiente popular viene de lo vivo y lo cercano y se alimenta de la realidad. Destacan obras como: Romance del tiempo, Paloma o herramienta y Cuentos sin geografía y otras narraciones, que es una colección algo bizarra y heterogénea de cuentos en la que, por un lado, nos encontramos con relatos que parecen bromas o en los que la ironía parece ahogar la denuncia social implícita y, por otro lado, otros recuperan lejanas tipologías cervantinas o nos acercan al Lezcano de clara reivindicación social.
Como ya se dijo, a este libro pertenece el cuento que analizamos “La Chabola” que es el retrato, casi la fotografía cotidiana, mitad ternura, mitad desolación de la pobreza particular de una familia de clase trabajadora.
En él una familia extremadamente pobre se dispone a cenar una humilde comida elaborada con productos recogidos por ellos mismos. En los preparativos la madre va dando órdenes a toda la familia y organiza el día siguiente. La abuela no puede moverse, el hijo pequeño llora y el resto colabora en las labores de su chabola. En medio de la cena irrumpe un extranjero que los informa de que van a echar un cohete y deben desconectar todos los electrodomésticos. Ellos, que no han entendido nada a pesar del extranjero hablarles en español, creen que vino a llamarles la atención porque molestaban con el llanto del niño pequeño.
El tema que se aborda en el cuento es la pobreza de la clase trabajadora, que convive, además, con un mundo más avanzado el de los electrodomésticos de los que ellos no han oído ni hablar y el lanzamiento de cohetes al espacio.
Según su estructura interna, el texto sigue un orden cronológico con un planteamiento que se la presentación de la familia y el lugar en el que suceden los hechos, una chabola situada en una playa; el desarrollo es la preparación de la cena que tiene lugar con el diálogo de los miembros de la familia y la irrupción del americano y el desenlace que es la interpretación de las palabras del americano, que aunque han sido en el mismo idioma, no han sabido interpretar pues les habla de un mundo que desconocen aunque conviven con él.
En cuanto a su estructura externa, el cuento se acerca a una verdadera escena teatral pues gran parte de él aparece en forma de diálogo, aunque se inicia con una narración y acaba igual.
El narrador aparece en tercera persona, es un narrador omnisciente, pues controla el medio en que se desarrolla la acción…”como sus hermanas celestes, palidecerán quemadas por el sol de la mañana”.
Los personajes que intervienen son los miembros de una familia: la madre, María, es la encargada de organizar las labores de toda la familia, la responsable de las tareas domésticas, del cuidado de la abuela impedida y del niño pequeño.
Juan el chinchorrero es un pescador pobre, con buen humor, sin preparación alguna, pero sabe leer los periódicos, hecho que destaca.
Pepa e Isabela son las hijas que ayudan a la madre en sus tareas, Justo, el hijo,  se ocupa de las tareas relacionadas con los animales “que no se olvide de ordeñar”. El niño pequeño llora y lo hacen responsable de la visita del americano.
Y la abuela, a medio morir,  necesita el cuidado de la familia, en ella es quizá en quien se refleja más esa pobreza extrema en la que vive la familia. Su nombre es simbólico, se va empequeñeciendo con ella Juanona, Juanita, Juana, Juanitita…
El espacio en que transcurre esta escena es una humilde chabola situada en una playa grancanaria.
El tiempo en el que sucede la escena es en los preparativos de una cena breve, tan breve que  no tiene sobremesa, en los años 60-70 pues en esta época aún había en Canarias luces de carburo y, además, entonces tienen lugar las misiones espaciales que se llevan a cabo en la estación de Maspalomas, desde donde se realizaba por aquel entonces el seguimiento y apoyo de las misiones Apolo; de ahí la presencia del americano.
En cuanto al estilo, en el lenguaje podemos destacar rasgos del léxico canario como el “chincorrero”, el “gofio” “privarse”. Se mezclan los registros: el culto del narrador, el coloquial de la conversación familiar, incluso el vulgar “¿Cuálo dijo que hiciéramos?”…
Aparecen símiles “extranjero como ánima”, metonimia “su virginio”, sinestesia “rezongo azul”, metáforas “toda la arena queda sembrada de estrellas marinas color de sangre…” Rasgos poéticos, sobre todo en la parte inicial, que se contraponen con los rasgos del diálogo cotidiano, más duro, más realista… y es que el relato se acerca a la pintura de costumbres. Gran parte del relato es un diálogo entre los distintos miembros de la familia lo que acerca el cuento a una verdadera escena teatral, la gran pasión de Lezcano. Este relato aparentemente simple e inocuo constituye una verdadera crítica social y nos muestra a un Lezcano comprometido y testimonial.

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