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El
poema “A un olmo seco” pertenece a la obra Campos de Castilla de Antonio
Machado, quien nace en Sevilla en 1875, por tanto, vive la Restauración y el
desastre del 98.
Culturalmente,
tanto en Europa como en América, surgen a finales del XIX corrientes de ideas
disidentes e inconformistas. En España las ansias de renovación se producen en
medio de la decadencia política y los problemas sociales. Algunos jóvenes se
alzan contra el Realismo, ya agotado y rechazan la realidad en que viven; de
esa manera surge el Modernismo cuyos
autores se preocupan especialmente por los problemas estéticos y adoptan
posturas cosmopolitas y escapistas y La
Generación de 98, que se orientaba más a profundizar en los problemas
humanos o analizar de forma crítica la penosa realidad española de una manera
directa.
Antonio
Machado se inserta en la Generación del 98 junto a autores como Unamuno,
Baroja, Maeztu, Valle- Inclán, Azorín. Todos ellos reflexionan en sus obras
sobre España y las causas de su decadencia y reconocen en la austeridad del
paisaje castellano la esencia del alma española.
Machado
nace en el seno de una familia culta liberal y estudió en La Institución Libre
de Enseñanza, viajó a París donde conoció a Rubén Darío, quien influyó en la
primera etapa de su obra. Se casó con una joven, que tres años después muere,
lo que marcará su vida y su obra. Posteriormente se enamora de Pilar Valderrama
“Guiomar”, quien inspira su poesía amorosa.
Su
tradición familiar y su formación lo situaron en el liberalismo reformista, que
derivará en posturas revolucionarias. Fue siempre fiel a la República por lo
que tuvo que exiliarse a Francia donde murió en 1939.
Su
trayectoria literaria evoluciona desde una primera poesía de influencias
modernistas hacia una poesía centrada en la reflexión filosófica. En sus
inicios busca respuestas en el análisis del yo y posteriormente centra su
atención en los otros, en el mundo exterior.
En su
obra se distinguen tres etapas: en la primera, publica Soledades cuyos
poemas siguen la tradición simbolista del Modernismo, en ella alude a las
realidades a través de la simbología que, además, marcará toda su obra y que se
presta a diferentes lecturas. El tema exclusivo y obsesivo de esta etapa es la
muerte y relacionados con ella otros como el paso del tiempo, el aburrimiento,
la melancolía, el problema de Dios… de métrica variada, predomina la rima
asonante y busca la expresión clara y sencilla.
En la
segunda etapa destaca Campos de Castilla y en la tercera Nuevas
Canciones en el que los temas recurrentes son el paisaje de Andalucía y
Castilla, los sueños y el regreso a la infancia, el amor a Guiomar, la soledad,
la desesperanza. Expresa en este libro sus inquietudes filosóficas, contiene
poemas de inspiración popular y destacan los escritos durante la guerra civil.
Campos
de Castilla es
su obra más reconocida y en ella se incluye “A un olmo seco”, como ya se dijo.
Machado recoge en ella los temas más típicos de la Generación del 98,
especialmente el del paisaje castellano y la decadencia española, sin abandonar
la reflexión filosófica, así adquiere importancia lo exterior y el paisaje que
evoca no es simbólico sino real, aunque le suscita reflexiones subjetivas.
Es una
obra heterogénea en la que destacan los temas del problema de España y el
problema existencial.
El
libro se inicia con un poema en alejandrinos “Retrato”, metro que abunda en el
libro junto con la combinación de endecasílabos y heptasílabos, en que está
escrito el poema que analizamos.
“A un
olmo seco” aborda el tema de la esperanza. Aunque parece ser sencillamente la
descripción física de un olmo viejo y
seco al que le ha brotado una hoja verde. Este detalle llama la atención del
poeta ya que esa rama verde constituye un milagro dadas las características
físicas del olmo, que hacen pensar en un ser muerto o a punto de morir, lo que
lleva al poeta a una reflexión filosófica sobre el destino que aguarda al
olmo.
Con
respecto a su estructura interna, el poema puede dividirse en tres partes bien
diferenciadas: La primera, del verso uno al catorce, en la
que se hace una descripción física del
olmo, que está ya al final de su vida “Al olmo viejo(v1)…El olmo centenario
(v.5)” en el que la naturaleza ha hecho
mella: “hendido por el rayo, en su mitad podrido, un musgo amarillento le
mancha la corteza…”(v.1,2,6) y en el que la misma naturaleza aporta algo de
vida (“con las lluvias de abril y el sol de mayo/algunas hojas nuevas le han
salido”(v.3,4).
En la tercera estrofa se sigue describiendo al
olmo, aunque indirectamente al compararlo con los álamos que simbolizan la vida
en su plenitud, la vida que fluye, por eso bordean los caminos.
En la
cuarta estrofa vuelve el poeta a la descripción física del olmo y añade nueva
información sobre sus características, son las hormigas y las arañas las que lo pueblan, no los ruiseñores como a
los álamos.
En la
segunda parte, del verso quince al veintisiete, hace una reflexión filosófica
acerca del destino del olmo, que será
finalmente la muerte, pero al final de esa reflexión y, a modo de cierre, el
poeta enlaza con la primera estrofa para destacar esa rama verde que le ha
salido “la gracia de tu rama verdecida”(v27) y que parece ser la razón última
por la que el poeta ha escrito el poema.
La
tercera parte son los tres últimos versos, con los que se cierra la composición
y con los que el poeta, de alguna manera, sorprende al lector manifestando su esperanza de un milagro “Mi corazón
espera…otro milagro de la primavera”(v.28,30).
Atendiendo
a su estructura externa, el poema está compuesto por treinta versos
heptasílabos y endecasílabos en su
mayoría, con rima consonántica, distribuidos según el gusto del poeta y
agrupados formando diferentes estrofas: serventesios (1-12, 17-20), pareados (13-14,
15-16, 21-22), tercetos (23-25) y un quinteto (26-30).
Para
intensificar el valor de sus palabras, Machado se sirve de una serie de
recursos poéticos entre los que destacan los encabalgamientos, con los cuales
se rompe el ritmo (6/7, 7/8?, 9/10, 12/13, 13/14, 16/17, 21/22, 24/25, 26/27).
Al
principio utiliza un hipérbaton, para resaltar la figura del olmo como eje
central de todo el poema y da un rodeo, perífrasis, para referirse a la
primavera “las lluvias de abril y el sol de mayo”. Hay también algunas
aliteraciones “El olmo centenario en la colina… /le mancha la corteza
blanquecina” (v5-8) con la que parece acentuar la sensación de soledad del
árbol y de agonía ”ejército de hormigas en hilera/…urden sus telas grises las
arañas”(v12-14).
El olmo
viejo, a punto de perecer es una metáfora de la vida humana y esa hojas verdes
que le han salido simbolizan la
esperanza de que esa vida continúe.
La
personificación” ejército de hormigas” recuerda una marcha fúnebre, también
personifica a los álamos cuando dice que “guardan el camino”, además los
califica de “cantores “cuando en realidad los cantores son los pájaros, todo
ello para resaltar la tristeza del olmo, que está solo sin ningún pájaro, sin
vida.
En la
primera parte del poema se describe al almo en tercera persona, pero en la
segunda parte el poeta lo personifica al dotarlo de entrañas (v13) y al
dirigirse a él en segunda persona, como
si fuera alguien que pudiera contestarle, “Antes que te derribe, olmo del
Duero,…”(v15), con este recurso parece que le está dando alma a ese ser
vegetal, de manera que se parece a una persona capaz de transmitir sensaciones
al lector. De hecho, podría evocar a su esposa Leonor en sus últimos días de
vida.
Esa
metáfora inicial se transforma al final del poema en el deseo expreso de un
milagro.
Cuando
se refiere al destino que espera al árbol utiliza un léxico con connotaciones de sufrimiento “derribe,
descuaje, tronche, empuje, hacha, carro, yugo… ”
Y en la
última parte ese vocabulario se dulcifica ante la esperanza de un milagro:
“corazón, luz, vida, milagro, primavera”
En
cuanto al estilo, aparecen en este poema
alusiones simbólicas que nos permiten extraer lecturas metafóricas. La crítica
lo relaciona con los últimos días de vida de su esposa, en los que el poeta
necesita creer en algo, por eso sorprende con su esperanza en un milagro
teniendo en cuenta que en su trayectoria vital siempre fue republicano.
Como
rasgos del 98 encontramos el tema existencial, la reflexión filosófica, la
combinación libre de los versos, es decir, la mezcla de estrofas.
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