domingo, 25 de abril de 2010

1 TODOS HEMOS NACIDO LIBRES E IGUALES

4 comentarios:

maria dijo...

María Labella Castillo 1º A Bachillerato
He elegido el artículo 1 de esta Declaración Universal de Derechos Humanos, porque lo considero fundamental para llegar a obtener el resto de derechos, dice este artículo: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos ....” Se podría matizar este derecho, puesto que, si todos somos iguales al mismo tiempo también somos distintos, ya que dentro del derecho a ser “iguales en dignidad y derechos” también tenemos a la vez el derecho a ser desiguales, a opinar distinto, a nuestra propia imagen, a elegir libremente nuestro camino, a nuestras costumbres, a nuestro idioma. En definitiva a no ser clones del resto de personas, porque cuando se interpreta mal este artículo, como se ha hecho en algunos estados, podemos llegar a creer que todos debemos pensar igual, vestir igual, trabajar de lo que nos digan, en definitiva ser una pieza de un puzle llamado Estado, donde se limite el desarrollo de nuestra personalidad y a su vez el resto de Derechos Humanos, que nos corresponden desde que nacemos. Por eso decía, que este derecho “el de la libertad e igualdad”, lo considero el más importante, porque sin él no podríamos conseguir el resto de derechos, no es una casualidad que la declaración de la ONU lo haya incluido el primero, el derecho a la igualdad, ya que somos iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
En cuanto al derecho a la libertad, habría que referirse a él, en su doble faceta, a la libertad física, y a la libertad “interior”.

Darío Ramírez Tamayo - 1º de Bachillerato (A) dijo...

La Declaración Universal de los Derechos Humanos supone, a mi parecer, uno de los manifiestos más importantes jamás firmados bajo el firmamento. En ella se recogen todos los derechos y libertades mínimas que nos corresponden a todos los seres humanos, únicamente por nuestra condición de personas. Cada uno de estos derechos fundamentales son vitalicios y pertenecen a todos los que componemos esta gran “familia humana”, en tanto que son imprescindibles para que hombres y mujeres seamos capaces de desarrollar nuestra actividad vital de una forma libre, pacífica y digna.

Viéndome en la tesitura de elegir uno de ellos, he resuelto escoger el que abre la antedicha Declaración, el cual versa como sigue: todos hemos nacido libres e iguales. Tan simple como eso.

Este derecho implicaría dos particularidades, dos esencias que le son inherentes. La primera de ellas es que todas las personas somos libres, de forma que no hay nada que pueda anteponerse a la integridad moral o física que nos es propia e intransferible. Somos libres de tomar nuestras decisiones de forma autónoma, de elegir a nuestros representantes, de profesar o no unas determinadas creencias, de escoger nuestros propios gustos, de decidir qué es lo que nos apetece en cada momento. Somos libres desde que nacemos hasta que morimos. Libres para todo y ante todo, porque la libertad no es propiedad privada: es un tesoro que pertenece a la Humanidad.

Por otra parte, también somos iguales desde nuestro nacimiento. Igualdad en la diversidad de colores de piel, de identidades sexuales, de lenguas, de religiones, de nacionalidades y de culturas que enriquecen y caracterizan al conjunto de todas las personas. Igualdad, porque todos compartimos un mismo origen evolutivo, porque todos poseemos el mismo código genético, porque todos estamos dotados de razón y conciencia. Nadie tiene derecho a imponerse a los demás, ni a discriminar o menospreciar a los que no sabemos ver como nosotros, ya que todos somos iguales. Esta afirmación no admite excepciones ni puntualidades.

Como conclusión, me agradaría reiterar en la envergadura y trascendencia de este derecho. Ahora nos toca a nosotros: es nuestro deber respetarlo y hacerlo respetar. A tal fin, nuestra actitud ante cualquier tipo de violación del mismo ha de ser de rotunda condena, sin concesiones ni circunloquios al respecto. Solo así conseguiremos que tanto éste como los demás derechos humanos se cumplan en todo nuestro planeta, para conseguir un mundo más justo y feliz, en el que haya sitio para todos. Un mundo que, a pesar de resultar utópico, está al alcance de nuestras manos. Solo tenemos que buscarlo juntos.

Darío Ramírez Tamayo.
1º de Bachillerato-A

Anónimo dijo...

Hola, soy Fco Javier Sánchez Fernández 1º Bach A

Demasiadas veces se habla de todos los derechos humanos que están establecidos, pero seguramente, no todos, se han cumplido como es debido. El derecho “ TODOS HEMOS NACIDO LIBRES E IGUALES“ es el primero de todos, y no por eso es el más o menos importante, ya que para mí, todos tienen el mismo nivel de importancia.
Pienso que es un derecho fundamental en la vida, porque desde que naces y comienzas a vivir; eres persona y desde ese momento, eres igual en dignidad y derechos que todos los demás. Todos tenemos nuestras propias ideas y pensamientos, y no por eso se nos debería tratar de forma diferente. Tenemos diferentes puntos de vista, gustos, opiniones que se van desarrollando mientras vives y te desarrollas como persona, pero nadie es dueño de nadie, ni pertenece a alguien en concreto.
Pasas toda la vida con las persona que más quieres, junto a ellas.,y pienso que siempre debería ser así porque NADIE debe quitarle la libertad a otra persona, ya que al igual que una persona nace libre, muere libre.

Hasta aquí mi comentario, y pienso que este derecho se debería tener más en cuenta, ya que sigue habiendo violencia de género, sin dejar que sea libre la persona a la que maltratan y sobretodo, haciendo que se sienta inferior; no sintiéndose igual a los demás.

=) un saludo.

Anónimo dijo...

TODOS HEMOS NACIDO LIBRES E IGUALES

Cómo no elegir el primero de todos los derechos humanos si de aquí arranca justamente nuestra propia esencia. Claro que nacemos libres e iguales, pero desde el momento mismo de nuestro nacimiento comienza una escalada de infracciones a este primer derecho arrebatado por nuestros semejantes. ¿Qué hubiera pasado si yo, mujer, hubiera nacido en alguno de los países africanos o de Oriente Medio donde se practica la ablación a las niñas? Me habrían mutilado mis genitales por el mero hecho de ser mujer. ¿A quién le explicaría que tengo derecho a elegir libremente o que soy igual que un hombre? ¿Qué pasaría si hubiera nacido en una familia donde la mujer es maltratada y vejada por un hombre? ¿Y si hubiera nacido en una familia donde la manera de vivir consistiera en robar y extorsionar? ¿Y si tuviera que llevar un burka aún no gustándome por el hecho de pertenecer a una religión o una facción de la misma que así lo exige? ¿Podría decirle a mis padres que no me gusta mirar por una raja de un velo, que me gusta mirar lo que me rodea con libertad, sin ataduras, sin ocultar mi cara?
En realidad, la libertad y la igualdad son derechos aún por conquistar. El camino no es otro que el de la concienciación de toda la sociedad a través de la exigencia del derecho a la educación, a la libre expresión, a la libertad de pensamiento, a la no discriminación por razón de sexo, raza, edad o religión, derecho a no sufrir tortura, a la presunción de inocencia, a transitar por cualquier parte del mundo, derecho a reunirse sin miedo ni amenazas, a tener asistencia sanitaria, derecho a tener un trabajo digno, derecho a ser niño, a tener una vivienda, al alimento, a tener una familia y el derecho a la vida. Por eso la igualdad y la libertad encierran todos los derechos fundamentales del ser humano y es nuestra obligación y responsabilidad velar para que nuestra generación y las que quedan por venir vivan en un mundo mejor. No depende solo de los políticos, no depende de otros. Yo formo parte de este mundo y soy, por tanto, responsable de mi pequeño entorno, y así, como hormiguitas, todos contribuiremos con nuestro pequeño grano de arena.

Laura Pérez Santisteban.
1º Bachillerato A